miércoles, 18 de marzo de 2015

Morenica del Mercado





            Diez días. Apenas nos quedan diez días para volver a verte, Señora del Mercado. Diez días para volver a escuchar el tañido de las campanas de tu casa, el toque de arrebato que pone en alerta a los cofrades de esta bendita ciudad. Díez días para que vuelvan a tintinear tus pendientes como campanillas festivas. Diez días para verte atravesar el dintel de la puerta de tu iglesia y encarar la calle Herreros, de camino a tu cita con las voces limpias de las Madres Carbajalas. Diez días para contemplar cómo se recorta tu hermosa estampa en una luna llena de gracia. Diez días para que los leoneses y leonesas te sigan, con sus cirios encendidos como luciérnagas tristes, el corazón florido como la primavera reciente y la mirada vidriosa, como el rocío de la madrugada. Diez días, Madre, tan solo diez días…

            Déjame esperarte otro año más en la Calle Santa Cruz. Déjame rezarte de nuevo con mis ojos repletos de esperanza y fe. Déjame acariciar tu carita morena con el sutil roce de mi memoria y mis recuerdos. Déjame esconder mi pena en los pliegues de tu manto. Déjame bruñir  los roleos de tu corona con esos besos que no te he dado y que cuelgan de los balcones de mi alma, como mariposas de papel. Déjame acomodar mi cabeza en tu regazo y llorar la ausencia reciente de esa rosa, que perfumó mi vida con su amor de madre. Déjame que se me alborote el corazón como una bandada de palomas blancas, para cantarte una Salve en la Plaza de Santo Domingo. Déjame pintar luceros en el cielo oscuro de la noche que se cierne como un velo vaporoso, para iluminar con ellos la penumbra de la calle Teatro, esa calle que un día soñó llamarse Dolorosa. Déjame seguir tus pasos por la Rúa, acompasar mis latidos con el raseo de tus braceros y cargar sobre mis hombros la cruz de la que colgó ese Hijo que recoges entre tus brazos y miras con tus ojos tristes de Madre dolorosa…



Qué triste vas por las calles
De este León, que te implora
Arrullos de madrugada.
Alumbra con Tu mirada
Las tinieblas de su aurora.

Qué carga llevas, Señora,
De pena y de desconsuelo.
Con Tu Hijo en el regazo
Vas suplicando un abrazo
                                                                Y una caricia en Tu pelo.

No me mueve más desvelo
Ni verso más anhelado,
Que agradecer tus favores
Cada Viernes de Dolores…
Morenica del Mercado.

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