miércoles, 25 de marzo de 2015

Mira que sería sencillo...



Mira que sería sencillo
Colocarlos en hilera,
Pero uno sube el capillo,
Otra cae una escalera
Que porta como atributo.
Otro, que a causa del susto
Llora como plañidera,
Se tira al suelo y reboza
La túnica con la acera.
El más alto se distrae
Y para la fila entera,
Y otro de apenas cuatro años
Dice que quiere ir al baño
Porque no aguanta y se mea.
El seise con gran disgusto
Mira al fondo y desespera
Porque ve como un chiquillo
Empuña la cruz y pelea
Con el del pelo a flequillo.
Y los de los Mandamientos,
Que estaban bien ordenados
Al salir la procesión,
Por culpa de  un incidente
Con un turista impaciente
Andan todos trabucados.
Salvo el de Amarás a Dios
Y el de Santificarás las fiestas,
El resto están discutiendo
Si es más pecado robar
O es codiciar lo ajeno.
Cuando se ponen de acuerdo
Y el agua vuelve a su cauce,
Una señora bajita
Enfundada en un abrigo,
Con aspavientos les dice
Que no, que así que no vale
Y vuelta la burra al trigo…
Seiscientos años de historia,
Pasos, mantillas y cirios.
Incienso, peanas, memoria,
Mucetas y monaguillos.
Túnicas, flores, rosarios,
Oraciones y estribillos.
Horquetas, cruces de guía,
Estampas, obleas, lirios
Y marchas por bulerías…
Pero que nadie se engañe
Y se lo aprenda al dedillo
Como aprende la lección,
Porque en una procesión,
No hay nada más entrañable
Que un niño con un capillo.

Manuel Jáñez Gallego

Extracto del Pregón del Cristo del Gran Poder
30 de Marzo de 2014

miércoles, 18 de marzo de 2015

Morenica del Mercado





            Diez días. Apenas nos quedan diez días para volver a verte, Señora del Mercado. Diez días para volver a escuchar el tañido de las campanas de tu casa, el toque de arrebato que pone en alerta a los cofrades de esta bendita ciudad. Díez días para que vuelvan a tintinear tus pendientes como campanillas festivas. Diez días para verte atravesar el dintel de la puerta de tu iglesia y encarar la calle Herreros, de camino a tu cita con las voces limpias de las Madres Carbajalas. Diez días para contemplar cómo se recorta tu hermosa estampa en una luna llena de gracia. Diez días para que los leoneses y leonesas te sigan, con sus cirios encendidos como luciérnagas tristes, el corazón florido como la primavera reciente y la mirada vidriosa, como el rocío de la madrugada. Diez días, Madre, tan solo diez días…

            Déjame esperarte otro año más en la Calle Santa Cruz. Déjame rezarte de nuevo con mis ojos repletos de esperanza y fe. Déjame acariciar tu carita morena con el sutil roce de mi memoria y mis recuerdos. Déjame esconder mi pena en los pliegues de tu manto. Déjame bruñir  los roleos de tu corona con esos besos que no te he dado y que cuelgan de los balcones de mi alma, como mariposas de papel. Déjame acomodar mi cabeza en tu regazo y llorar la ausencia reciente de esa rosa, que perfumó mi vida con su amor de madre. Déjame que se me alborote el corazón como una bandada de palomas blancas, para cantarte una Salve en la Plaza de Santo Domingo. Déjame pintar luceros en el cielo oscuro de la noche que se cierne como un velo vaporoso, para iluminar con ellos la penumbra de la calle Teatro, esa calle que un día soñó llamarse Dolorosa. Déjame seguir tus pasos por la Rúa, acompasar mis latidos con el raseo de tus braceros y cargar sobre mis hombros la cruz de la que colgó ese Hijo que recoges entre tus brazos y miras con tus ojos tristes de Madre dolorosa…



Qué triste vas por las calles
De este León, que te implora
Arrullos de madrugada.
Alumbra con Tu mirada
Las tinieblas de su aurora.

Qué carga llevas, Señora,
De pena y de desconsuelo.
Con Tu Hijo en el regazo
Vas suplicando un abrazo
                                                                Y una caricia en Tu pelo.

No me mueve más desvelo
Ni verso más anhelado,
Que agradecer tus favores
Cada Viernes de Dolores…
Morenica del Mercado.