miércoles, 4 de febrero de 2015

Nazareno


En los suspiros del viento
Se intuye una devoción,
Como un pétalo de rosa
Que es oración silenciosa
Para el Señor de León.

Aprieta el paso, papón.
Revive de nuevo el sueño
Caminando en primavera
Con esa cruz de madera,
Como cuando eras pequeño.

No cejes en el empeño
Teñido de madrugadas
De llevar sobre tus hombros
A ese Jesús Nazareno
De la túnica morada.

Cuánto amor en su mirada
Y qué dulzura en el nombre
Que  gritan por las esquinas
Los cireneos, que caminan,
Detrás del Hijo del Hombre

Me abruma la mansedumbre
Del rumor que se adivina
En Tu soga  cimbreante
Y ese dolor lacerante
De Tu corona de espinas.

Caricias de bambalinas
Para enjuagar de Tu  frente
Hilos de sangre preciosa,
Que resbalan como gotas
De velas de penitentes.

La luna asoma impaciente
A su balcón de silencios,
Para verte cuando pasas
Por las calles y las plazas,
Entre cortinas de incienso.

No encuentro amor más intenso
Que el ver tu rostro sereno
Cuando sales por la puerta
Y vuelve a mecer el viento
Tu túnica, Nazareno…

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